jueves, 3 de abril de 2008

Esas dos personas

Porque creo que las cosas hay que decirlas (o gritarlas, o escupirlas o lo que haga falta) cuando aún hay tiempo. Eso de andar perdiendo a las personas para darnos cuenta luego de cuanto la queríamos, o la necesitábamos a nuestro lado para crecer juntos, no me gusta mucho.

Prefiero darme cuenta a tiempo y decir las cosas que quiero, puedo o debo, a tiempo; aunque no quede bien parada; pero las dejé libres y no se morirán dentro mío.

Una de las cosas es dar las Gracias y decirle que también los Amo a ellos, a las dos personas que hicieron e inventaron todo lo que pudieron, para que yo creciera sana y fuerte, tanto en forma física como en lo personal. Que me dieron las herramientas para que construyera mi vida, aunque creo que aún no se sienten muy seguros de que pueda usarlas todas (y en algunos casos, tienen razón).

Solo sé, que si el día de mañana tengo la suerte de ser madre; me gustaría ser como ellos. Y si de verdad existe la reencarnación, los vuelvo a elegir a ambos como padres de nuevo. Estoy orgullosa y feliz de los padres que elegí, y por eso hoy transcribo algo que ya tiene cerca de 10 años, pero que no por ello deja ser actual.

Este intento de poema es para mis padres, Rosario y Justo.


Esas dos personas


Amo caminar por las abriles tardes,

sobre colchones dorados de hojas;

andar despacio, como si no existiera el tiempo,

ando tranquila, ando sin miedo.


Amo sentarme en la fría noche,

y en silencio contemplar su oscuro cielo;

lleno de estrellas, llenos de versos,

como plateada espiga de un campo sin dueño


Amo la mar cuando amanece,

la playa vacía que solo a mi pertenece;

y no importa el frío, el hambre o el sueño,

pues ella libera a mi alma de sus tormentos.


Amo las invernales tardes cerca del fuego,

en el seno de la casa, que abriga mis sueños;

rodeada de amigos, y de seres que quiero,

y jugando a elevar nuestras ilusiones al cielo.


Amo a las dos personas que marcaron mis pasos,

que me enseñaron a ver un cielo claro;

a descubrir las estelas de los mares de llantos,

y la sonrisa traviesa de los duendes del ocaso.


A esas dos personas, quiero dedicar mi canto,

por estar simplemente, siempre a mi lado;

aunque a veces me pierdo, por caminos insospechados,

y porque aún solo me hallo, si estoy entre sus brazos.


Son esas las dos personas, que necesito a mi lado,

cuando los fantasmas del miedo están revoloteando;

esas dos personas que arrullan mis sueños,

y olvidan en mi frente sus cálidos besos.


A esas dos personas que adornaron mis años,

con aromas a café, tabaco y verdes prados;

y me enseñaron a andar con la frente en alto,

a sentir, a soñar, y a volver a intentarlo.


Porque las palabras se enredan cuando quiero gritarlo,

y porque aún no aprendo, a usar mis manos;

para expresar todo lo que siento y guardo,

en este corazón que aun cree en milagros.


A esas dos personas que crearon mis versos,

y que le dieron vida a éste sutil cuerpo;

que lograron engendrar en mi alma los sueños,

quiero agradecerles todo el amor que me dieron.